Vista de Lisboa |
Un día a finales de Marzo, Adriana viaja desde Alemania hasta Santiago.
Llevaba varios años en una prestigiosa universidad de Berlín (Alemania) con una
beca postdoctoral.
La beca que le habían dado era de cuatro años, pero ahora se acababa y
debía regresar a su ciudad natal, Santiago de Compostela. Ahí volvería al
laboratorio de investigación de la Universidad de Santiago de Compostela en el
que trabajaba. Por un lado, le daba pena ya que en Alemania había aprendido
mucho sobre la investigación y había hecho amistades. Por otro lado, también le apetecía estar una
larga estancia en su casa, con su hermana, su cuñado y su sobrina.
Unos
días antes había hablado con su hermana por teléfono para avisarla de que
regresaría a casa, ya que no había posibilidades de ampliación ni renovación de
la beca, por lo que debería regresar.
Su
hermana, Ana había estudiado derecho y era jueza. Su cuñado, Fernando había
estudiado economía e impartía clases en un instituto.
Adriana,
había estudiado química en la Universidad de Santiago de Compostela, y ahora
mismo era profesora contratada doctora. Se dedicaba a investigar y a dar
clases; siempre había tenido vocación docente y había sentido curiosidad por el
mundo de la investigación. En un principio se había planteado hacer el CAP y
dar clases en un instituto, pero tras haber obtenido becas sucesivas para hacer
el doctorado e investigar había decidido quedarse en la universidad.
Su
sobrina Elena, tenía 13 años, era hija única y adoraba a su tía. Siempre se habían
llevado muy bien, y la ayudaba mucho. A pesar de estar ella en Alemania
hablaban todos los días por WhatsApp, y se llamaban por facetime al menos tres
veces a la semana.
28/01/2018